“Como todo
soñador, confundí el desencanto con la verdad”
“Uno debe
ponerse del lado de los oprimidos en cualquier circunstancia, incluso cuando
están equivocados, sin perder de vista, no obstante, que están hechos del mismo
barro que sus opresores.”
“El
paraíso es la negación de la historia, el compendio del aburrimiento de todo un
Dios”
Como todo soñador, confundí el desencanto con la
verdad. Es una proposición de mi compa el Jean Paul Sartré en su novela “La náusea”
que siento que representa el sentir de la gente como yo; soñadores quijotescos
que anhelan otro mundo diferente pero que chocan con la rígida realidad. Pero esta
frase resulta tan sólo una premisa para el que apenas sale del sueño
dogmático de la idea, ya que para algunos — a mi juicio— falta
proveerle una conclusión, una consumación enriquecedora para nuestros fines.
Esos fines son la nebulosa, lejana, inefable e inaccesible anarquía, norte que perseguimos bastantes gentes y que dicen los
poetas: “la hacemos caminando”, “no es el fin, es haciéndolo”.
Como todos los soñadores recuerdo cuando me metí
a anarco y a punk, como estaba ávido de lecturas y noticias de la rebelión
global, rebelión que yo sentía cercana —en el sentido de realizable, de
posibilidad mas no de temporalidad— en todo mi derredor. En mi adolescencia (¡Bienaventurada
juventud que nos haces soñadores!) me separé de los demás morros y observé con
muchísimo entusiasmo cómo gracias al punk —no tan solo a la música, o el
atuendo sino lo que se llama actitud punk—personas como yo; jóvenes de la
marginalidad, con un camino ya trazado por el conformismo y la simplicidad.
Condenados a la pobreza y eventualmente a la tranza, el robo, el asesinato, el
presidio y finalmente el suicidio, podíamos salir y hacer algo diferente y
divertido con nuestras vidas. Bueno, bueno, tal vez no tan duro y trágico si tú
gustas, entonces diría que se espera una vida donde el tedio, el pasotismo y la
sencillez nos envuelve. Comprobé que era posible realmente tomar el control de
nuestras vidas, que podíamos dejar algo de nuestra impronta para nuestros hijos
e incluso para nuevas generaciones. Ahora veo que aparte de esa
llama de rebeldía, también se reproducen todos los vicios de la sociedad de los
que supuestamente escapábamos.
Como todos los soñadores descubrí en mi escuela
cómo la unión hace la fuerza que el estudiantado tenía cierto poder de
cambiar las cosas, de influir en nuestra circunstancia, leí como todos, las
proezas y desventuras del movimiento del 68 no sólo en México sino en todo el
mundo. Y yo estudiante, pues “era el cambio”, ahuevo que yo era el cambio y
podía hacer algo. En ese año vino la famosa Huelga de la UNAM de 1999 causada
por la acometida de las autoridades a cobrar la matriculación, y pus cómo va
ser eso si la Universidad “es del pueblo” “debe ser democrática” y como las
autoridades finalmente se echaron para atrás, pues dije como todos: ¡Triunfamos!
Ahora veo que la lucha estudiantil además de ser un inaugural
y núbil semillero de rebeldes se torna más a una mazmorra de ciudadanismo y
reformismo en las supuestas luchas estudiantiles.
“Como todos los soñadores” Me metí de lleno a la idea
de la colectividad como eje supremo del progreso hacia la libertad. Conocí los colectivos punks; U.P.L., J.A.R. , etcétera —Menciono éstos debido
a que tenían más presencia, los más grandes, pues´n— que se presentaban
diferentes a la idea de pandillas punks, de pandillas rockers, y se vivía mas
allá de la música y la indumentaria. Y
en ese periplo me topé con gran alegría cómo había bibliotecas anarquistas, una
de tantas; la Biblioteca Social Reconstruir donde había punks que leían, con
mucha avidez en algunos casos, y que la gente de ahí se ocupaba de verdad, reunía
dinero, se carteaba con gente de todo el mundo, sabía hacer cosas que de otro
modo solo lo podías aprender en colegios. Se tomaban casas, no para drogarse y
hacer fiestas y eso, nel, eran para hacerlas espacios libres y autónomos
(Palabrita muy escurridiza que todos pueden usar sin ton ni son). Donde
toda la gente se llevaba bien y eran felices. Ja, ja, ja, ja. Vi con muy buenos
ojos que a raíz de la huelga en la UNAM se tomaba para la banda un auditorio;
el Justo Sierra —piche nombre culero— y se convertía en el radical Okupa Che o Auditorio Che Guevara
—pinche nombre tan mas culero también ¡Carajo! o tal vez, viéndolo bien es el
nombre que “merecen”—. Me entusiasmó que se podía autogestionar la diversión y
el pensamiento cuando observé como la banda invitaba grupos de punk desde otras
partes del mundo a precios de recuperación, donde lo que importaba era las
puras ganas de hacer las cosas, que no nos lo presentaba algún promotor musical
que lo único que pretende es hacer negocio con una idea. “Gira contra la usura
musical” se leía en las propagandas de alguna de tantas tocadas. Eso tenía que
ser lo mejor de lo mejor. Ahora en perspectiva veo que algunos de esos colectivos y
otros que siguen surgiendo, eran y siguen siendo verticales, tenían y tienen
líderes (no nombrados) y estatutos (no escritos). Que la supuesta colectividad
a veces se impone sobre individuos de corazón anárquico. Yo Abrazó más la
simpleza de trabajar con amigos y a veces con otros compañeros que la
superficialidad de las masas. La aspiración no es engrosar un membrete con más
militantes (cual si fuera un partido político) sino compartir la vida con
afines.
“Como todos los soñadores” ya metido en la idea de la
colectividad como eje supremo del progreso hacia la libertad, me asombré con el
levantamiento Zapatista en el sureste de México, lo indígena, lo primigenio —
¡Ahhh! El paraíso perdido — de los pueblos originarios, los antiguos saberes,
la justicia popular, la cosmovisión igualadora de los viejos, ¡¡¡El poder
popular!!!, el mandar obedeciendo, el mundo donde quepan muchos mundos. La
innovación de la lucha que proponían estos compas alejados ya de los viejos
edificios carcomidos del comunismo internacional y las guerrillas
latinoamericanas, del Che Guevara, de la Cuba de los Castro, nada de ejércitos
disciplinados (eso es lo que decían), nada de jefes (eso es lo que aseguraban).
Solo el pueblo. A todos los soñadores del mundo nos ilusionó el espectáculo del
que podíamos ser partícipes, hacía ya algunos años que había caído el muro de
Berlín y los promotores del capitalismo nos espetaban en la cara:
—¿Ya ves que no sirve? Ya se acabaron todas las
ideologías, todo anhelo mediante esa vía es un sueño, lo de hoy es el
capitalismo, la libertad de ser emprendedores, tenemos un mundo de consumo por
delante.
Ahora veo que esa “guerrilla” de ensueño no era más que
una de las múltiples formas del leninismo. Y observo con decepción los
soñadores cierran sus ojos ante la evidente tendencia autoritaria que exuda
dicho movimiento y que ha utilizado el indigenismo para legitimarse.
“Como todos los soñadores” me arrebaté con la tan
sonada experiencia de la Revolución Española de 1936, donde la experiencia
liberadora se había hecho carne, —¿Ya ven que si se puede? ¿Ya ven que no son
sueños? aullaba de anhelo, a la vez que me ponía a estudiar los libros de
historia del siglo XIX y XX y no saber bien a bien qué pedo con la CNT y el
anarcosindicalismo ¡¡¡en pleno siglo XXI!!!! Ahora veo que sus herederos se
vuelven burócratas de la idea anarquista, defensores férreos del obrerismo que
se ha mostrado obsoleto —¡Otro sujeto a quién se idealiza hasta la santidad! — y
se desdibuja el anarco y sólo queda sindicalismo.
Pero bueno; ¡¡¡¡Era mi momento!!!! ¡¡¡¡¡Tenía que estar ahí!!!!!
“Como todos los soñadores” tomé como mía cualquier
causa contra los pobres, los desheredados, los desvalidos, los menesterosos y demás
animalitos de la creación.
Hacía mío el ministerio monástico del suplicante
moderno de los salmos:
“Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido
y al menesteroso… (al pobre, al indígena, a las mujeres, a los maestros, a las
putas, a los putos, al LGBTTT++++++++++++++++++++++, a los animales… y así)”
Salmo 82:3
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¡La realidad palpita! no nos engañemos con sueños |
Fui presa del Síndrome de Viridiana, (Para más
referencias a este epíteto véanse los textos de Pedro García Olivo y la cinta
del español Luis Buñuel, “Viridiana”) aquello que sufría la novicia
Viridiana al querer ayudar a los humildes y necesitados, practicando la
caridad. Después de un tiempo de dar limosnas a mendigos afuera de la iglesia,
le parece mejor que tiene que redimirlos en su casa, así que un buen día reúne
a lisiados, ciegos, leprosos, vejetes, etcétera y los invita a su casa donde
pueden estar calientes, bajo techo, con el estómago lleno y acompañados. ¡¡Qué
suerte para esos rescatados!! ¡¡Se acabó el sufrimiento!! ¡¡Ahora podemos vivir en santa paz!! Hasta que un día Viridiana —Soñadora entre
las soñadoras— decide dejarlos solos y los mendigos terminan robándole e
insultándole, y Viridiana, pues… ¿Qué
haces ante la desilusión? ¡Cómo te soportas?
Así, con esta parábola yo ilustro mi camino doloroso desde
la ensoñación a la decepción. Ese gran pesar y abatimiento que
experimentan los desengañados, los optimistas, los que fabricaron grandes
expectativas, los alegres. Y me gustaría observar cómo colisionan dolorosamente
estos dos conceptos.
soñador, ra.
Del lat. somniātor, -ōris.
1. adj. Que sueña mucho.
2. adj. Que cuenta patrañas y ensueños o les da crédito fácilmente.
3. adj. Que discurre fantásticamente, sin tener en cuenta la realidad.
La parte sustancial del concepto es que dice que se
anda sin que se observe “la realidad” Supongo que la realidad objetiva y
medible. Esa masa amorfa que cada quién percibe desde su punto de vista,
a partir de sus conceptos, entorno, y fines. No me gustaría andar de posmo
diciendo que cada quién va a hacer lo que quiera y que no existe la realidad, y
que si mi realidad es ser perro nadie tendría derecho de objetarme y esas
mamadas. O andar malinterpretando al Bigotes Nietzsche con su “No hay
hechos, solo interpretaciones” y andar ahí perdido en la entelequia del todo
bien, todo vale. Neeeeeel. Porque la
neta (como ya había dicho) me tropecé y me di un chingadazo meco, meco. De esos
de los que hacen a los niños decir:
—Hasta aquí. Ya no le sigo, ya no juego, a otra cosa mariposa.
No sé en qué extensión se presente la tan llamada y
malvada realidad, pero si sé que por más que yo idealice algo, y me vaya por
los aires, navegue por las nubes, o que me parezca alguna idea tan más justa,
tan mas límpida, inmaculada e ineludible, tendré que tropezar dando tumbos con
la realidad. Y la providencia de la naturaleza (humana) nos lo comunica de la
forma más dolorosa, para que no lo posterguemos y no lo dejemos tirado para no reflexionarlo
nunca más. Digo.
La realidad me empujó a ver que la anarquía se pierde
muchas veces en la forma de una de esas religiones seculares modernas, con sus
acólitos, sus rituales, y lo más importante: Sus dogmas. Y nos encontramos
con la evidencia de que esa religión bien puede llamarse: Anarquismo.
¡¡¡¡¡¡¡¡Auchhhhhhhhhhh!!!!! ¡¡¡noooo!!!!
¡¡¡¡Azotó la res!!!!
La realidad me fustigó que lo que yo creía ilusamente del
punk y de los punks; una hermandad, una comunidad y una fraternidad chida pues
nomás no. Resulta que los que yo creía mis iguales, tenían todo el veneno de lo
que yo he odiado en la sociedad. La mala leche, la violencia, el abuso, y la
condescendencia. Que de primeras ésta
inclinación llamada punk surgió a partir de la contradicción del mundo, y su
fin último es la contradicción y mostrarnos el caos primigenio. Cosa que valoro
infinitamente, pero creer que en tomar el movimiento como único faro
para la vida y la acción es un error, porque a veces ni siquiera invita a la
acción. ¡¡¡Auch!!!
La realidad me arrojó a observar que los estudiantes
y el ambiente de la Academia como entes revolucionarios es un chiste, un
chiste romántico y sentimental.
Acostumbrados a la cultura pop de los intelectuales franceses, las
boinas, los cafés tertulianos, las disertaciones en las escuelas, los poetas y
artistas de izquierda que se refugian en las aulas y que incluso viven y hacen
sus piruetas y suertes a costa de la misma academia. —Seguro ahí en ese ateneo del saber reside
la revolución y la anarquía. Así que era preciso empaparnos de ese ambiente
académico, libros, intelectualidad y buena onda. Pero ¡putamadre! El desplome sobreviene
cuando se observa que un sano ego se convierte en pedantería, y en
flojera. ¿Por qué lo digo? Pues se vive
de prestado ahí. Los intelectuales que están con el pueblo cobran bien
orondos sus cheques del Estado. Los artistas cada vez se multiplican y
pretenden que les paguemos sus pedas, o con nuestros impuestos o en sus
recitales. Y todos esos andan paseándose con políticos, y con empresarios bajo
la excusa de “hay que comer”. Si quieren ser artistas e intelectuales vivan
dignamente como tal sin arrimarse con los poderosos, pero primero: Váyanse a la
verga. Acepto la contradicción de que gente
que admiro y de la que he aprendido viene de ese mundo, pero afirmo que la
Academia no es el Todo. Yo mejor como el filósofo punk griego del Diógenes,
que cuando Platón en su academia con su forma florida y bella de los diálogos habla
de ideas como manifestaciones de dios y del hombre como un animal bípedo
implume, entra y se cuela maliciosamente, tal vez aceptando el ejercicio
intelectual pero añadiéndole una necesaria dosis de irreverencia a los altivos llevando
un gallo desplumado para arrojárselo a los intelectuales y espetar: —¡Aquí tienes tu hombre Platón! Al mismo tiempo que se aleja con groseras y
ruidosas burlas…y seguramente un ¡Váyanse a la verga putos!
La realidad me mostró que cuando me acercaba a el
pueblo y su mística de bondad, y mi ilusión de encontrar ahí a los más
justos porque tal vez observé muchas películas de Disney y leía mucho sobre el
poder de la comunidad; “Los condenados de la tierra” “El apoyo mutuo, motor del
progreso y la anarquía”, “Las cooperativas y colectividades” “Las Federaciones”
y un largo etcétera pues no necesariamente corresponde con la realidad( No
niego el lado colectivo del humano y su animalidad política, nada más
que considero que estas lecturas y estas doctrinas nos acercan a la mitad de la
verdad) . De hecho participé en ese primer despertar de una rebelión
campesino-urbana en Atenco, un pueblo milenario de la arcaica ribera de
Texcoco. Una rebelión sin injerencia de ningún político, líder o partido
político (aparentemente) bueno al menos al principio. Pero pues también hay Miseria y Traición de
parte de los mismos desposeídos, de los mismos hermanos de cadena, y aunque se
mantiene aún hoy lánguidamente esa rebelión, sirvió precisamente para despertar
la ensoñación/decepción de varios más, caí en cuenta —otra vez la realidad— que
no todas las expectativas deben estar en el Lumpenaje (véase otro
escrito que hice sobre eso por acá: http://yapusolapuerka.blogspot.com/2020/09/sobre-lumpenismo-punk-y-racismo.htm)
Pero no nos equivoquemos. Como dice la cita del
principio; no debemos confundir el desencanto con la verdad. Este escrito no es
ni para revivir viejas glorias estilo “antes era más chido”, “antes si se
hacían tales cosas”, “hoy ya se acabó todo” —Afirmo: Donde hay esclavos hay
revueltas, tal es la naturaleza del hombre— ni despotricar acríticamente contra
los nuevos compas soñadores de un mundo mejor, ni tampoco para hacer pedagogía
y tomar ejemplo de éstas miserias y éstos fracasos para indicar que todo esto
es una mera ensoñación o un recreo para los ilusos y adolescentes, ni para
invitarlos a dejar la rebeldía y la búsqueda de la anarquía. Ya tenemos muchos
e infantiles argumentos como éste:
—¡Uyyy! Criticando el sistema desde tu computadora producto del
sistema. Te contradices wey.
Por favor pongámosle nivel a la discusión. ¡Porfavaaar!
Me remito a la definición de decepción.
Decepción
Del lat. Tardío decepetio, -ōnis.
1. f. Pesar causado por un
desengaño.
2. f. engaño (falta de
verdad)
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La revuelta no es caridad |
Es un sentimiento de insatisfacción que surge cuando no
se cumplen las expectativas sobre un deseo o una persona. Surge de unir la
sorpresa con una sensación interna de impotencia.
Ahí observamos que la raíz de la decepción está en las
expectativas que nos hacemos de la lucha, y de la vida. Volamos muy alto, idealizamos las
situaciones, las personas y al hombre en todo su conjunto. Hay en nosotros un
deseo de ayudar, de ayudarnos y desgraciadamente por eso nos envolvemos en esa
obra monástica de santones y anacoretas sabios. Y olvidamos que estamos hechos
del mismo barro que nuestros enemigos y que aquellos que se supone son nuestros
camaradas y aliados pueden ser en la primera oportunidad nuestros enemigos más
encarnizados. E incluso que con las
mejores intenciones que pueda tener yo o mis amigos, si las terminamos
imponiendo a los demás podemos hacer más daño. Como ejemplo edificante hay que
poner especial atención a las diferentes causas benéficas, salvadoras,
redentoras y humanitarias que dieron pie a los fascismos que hemos visto
desfilar tan sólo en el último siglo, e incluso podemos caer en ello nosotros
mismos. El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones.
Ese desencanto lejos de yo confundirlo con la verdad,
en realidad me muestra que debo ajustar mis expectativas y perspectivas a la
realidad y trabajar sobre ello. Comprender mi humanidad y analizar la realidad
con la cabeza fría y el corazón caliente, como en la siguiente cita: “Corazón
ardiente y cabeza fría: cuando ambos coinciden surge el viento impetuoso, el
redentor”
No todo está de nuestro lado, no todo está conquistado,
es preciso caminar esa senda a veces dolorosa, a veces muy amigable. Sigo
siendo un soñador ¡Y qué bueno que haya muchos soñadores! ¡Qué no se deje de
soñar! Pero que también ¡Que no deje de haber decepción! ¡Qué no deje de haber
desencanto! Porque si no se convierte en un autoengaño ¡Que haya lucha
constante!
Ese es el fin y el camino de la anarquía y tal vez de
la felicidad ya que vetuásaber por qué y para qué estamos aquí, entonces
mientras démosle sentido a nuestra existencia.
Para alcanzar esos objetivos me valgo de muchas cosas,
y unas de esas cosas es la vía del punk y la anarquía, lo que se hace llamar
anarcopunk.
Con odio Búho Saturno.
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