Se acerca el día de los muertos. Es la fiesta que más me gusta y no por dármelas de melancólico o de dark. Siempre me interesaron los rituales, las calaveritas, José Guadalupe Posada, las
ofrendas tan coloridas, la creencia vehemente de mi madre en que los muertos tienen
permiso del más allá para regresar al
mundo y vienen a comerse la comida de las ofrendas. Como
seguramente a mucha banda con sus jefesitas
ja, ja, ja , mi mamá nos regañaba
cuando intentábamos comernos el pan de muerto antes de tiempo, o cuando regábamos
la sal del altar, y nos soltaba un manotazo si agarrábamos plátanos o
cualquiera de las suculentas frutas que rebosaban el altar. Y yo siempre me ponía a reflexionar
profundamente sobre sus decires, sus creencias y todas sus actitudes. Hacía un esfuerzo por ver las almas deambular,
por reconocer la esencia que ya no
tenía la comida después de que las almas la probaran; un esfuerzo por ver a mi abuelo muerto años
antes, siguiendo el muy, muy, muy tenebroso —¡¡¡Oh!!! He descubierto por que me gusta la pinche fiesta. Ahora lo sé ja, ja, ja — caminito de pétalos
de cempasúchil desde la entrada de mi casa.
En la oscuridad, y el bailoteo de las llamas de las veladoras encargadas de iluminar su breve paso-retorno al mundo de los vivos. Esa penumbra me ponía a reflexionar desde la inmortalidad del cangrejo, hasta el sentido profundo de la muerte (¡Ay guey!). Afortunadamente desde niño —a pesar de que acudí al catecismo e hice mi primera comunión— nunca fui afecto a fanatismos ni exaltaciones de fe y considero, en general, que mi pensamiento fue muy racional. A pesar de que crecí, como muchos, lleno de sorprendentes historias de aparecidos y espantos, de tener una afición al programa radiofónico la mano peluda y morirme de miedo con sus pinches relatos ¡Ufff! Aunque he de confesar que ese racionalismo, de repente, merma y da paso a la irracionalidad en los momentos que me pongo a platicar historias de terror con alguna banda. Simplemente me pongo a temblar de miedo, y ni siquiera me atrevo a ir al baño solo. Y también he de confesar que me gusta. Me gusta sentir miedo.
En la oscuridad, y el bailoteo de las llamas de las veladoras encargadas de iluminar su breve paso-retorno al mundo de los vivos. Esa penumbra me ponía a reflexionar desde la inmortalidad del cangrejo, hasta el sentido profundo de la muerte (¡Ay guey!). Afortunadamente desde niño —a pesar de que acudí al catecismo e hice mi primera comunión— nunca fui afecto a fanatismos ni exaltaciones de fe y considero, en general, que mi pensamiento fue muy racional. A pesar de que crecí, como muchos, lleno de sorprendentes historias de aparecidos y espantos, de tener una afición al programa radiofónico la mano peluda y morirme de miedo con sus pinches relatos ¡Ufff! Aunque he de confesar que ese racionalismo, de repente, merma y da paso a la irracionalidad en los momentos que me pongo a platicar historias de terror con alguna banda. Simplemente me pongo a temblar de miedo, y ni siquiera me atrevo a ir al baño solo. Y también he de confesar que me gusta. Me gusta sentir miedo.
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Calaverita punk |
El problema que tengo, como señor contreras que soy, viene desde la adolescencia, cuando comencé a
abrazar el pensamiento libertario. Apasionado
—como debe ser cualquier joven— consideraba a la fiesta de muertos mexicana opuesta al Halloween anglo que viene penetrando
desde hace tiempo en el amplio abanico de fiestas mexicanas. Consideraba la fiesta de muertos, como una
forma de resistencia al imperialismo gringo, ya saben el argumento, cierto, pero de repente soso. “El
Halloween como instrumento del imperialismo, que como nueva forma de
colonización cultural ha venido haciendo mella en las ancestrales costumbres de
los abuelos. El Halloween como fiesta
del consumo capitalista, donde lo humano y sagrado se dejan de lado, para dar
paso a lo material y a la alienación” Argumento
cierto, pero con cierta dosis de candidez, ya que si bien el Halloween (al
menos como lo conocemos, mediante una interminable lista de películas de
terror) es un estandarte del éxito de la cultura pop estadounidense. El día de muertos, es una colección de ideas
y rituales tan atávicos en la humanidad,
como lo demuestran los primeros entierros con atavíos de flores y restos de pasos rituales.
Lo que reivindicamos de repente, es que el
día de muertos mexicano exalta la humanidad, y al menos invita a una reflexión
sobre nuestro puto paso por la puta vida, cosa que en las fiestas de halloween
simplemente no se ve. Lo que no sabemos
muchas veces, es que la fiesta de los muertos se celebra en todo el jodido
mundo ya que es una costumbre heredada
desde el paleolítico, o sea un chinguero
de años y que tiene que ver con la vida agrícola también. Siempre se celebra en la parte del
año en que comienzan las cosechas, la
gente se prepara para el invierno y un nuevo ciclo de siembra, es decir, hay
una idea de que se ha acabado el año o
se va a terminar. Una idea de muerte para pasar a una renovación —ya
saben, mamadas de humanos— y esto lo
hacían y sentían los sajones, los mesoamericanos, los hindús, chinos, etcétera.
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El slogan mamalón |
Lo del Halloween viene de los Celtas y por obvias razones es la fiesta de los muertos de los pinches gringos (véase cualquier pinche artículo de Wikipedia
o en internet). En
Mesoamérica, ya saben, Mictlán, el tzompantli y toda la cosmogonía que lo
acompaña. Hay un paralelismo cultural en todo el mundo y eso es interesante. Sigo pensando que al halloween los gringos
lo han descafeinado tanto, que ya perdió toda su esencia y ahora es lo que es.
Por cierto, uno de los “triunfos de la cultura pop gringa” lo podemos constatar en la escena punk mexicana con los géneros que están en éste momento en boga. Me refiero a un rico desfile de estilos como puede ser: horror punk, psychobilly, deathrock. Con todo el cúmulo de monstruos, frankys, locos Adams, Familia Monster, pinups, dráculas, etcétera. Definitivamente ya asimilamos la tan "temida" cultura del imperio que tanto detractábamos años anteriores. ¿A dónde irá a parar todo esto?
Por cierto, uno de los “triunfos de la cultura pop gringa” lo podemos constatar en la escena punk mexicana con los géneros que están en éste momento en boga. Me refiero a un rico desfile de estilos como puede ser: horror punk, psychobilly, deathrock. Con todo el cúmulo de monstruos, frankys, locos Adams, Familia Monster, pinups, dráculas, etcétera. Definitivamente ya asimilamos la tan "temida" cultura del imperio que tanto detractábamos años anteriores. ¿A dónde irá a parar todo esto?
No se la halloween, que es día de muertos ja, ja, ja
La fiesta del día de muertos ya también corre ese “peligro”. Hace un par de
decenios, los medios lo digerían más como, una costumbre muy interesante de las
masas, propia de los canales culturales, para frikis de la cultura mexicana, folkloristas y demás fauna. Ahora ya se está explotando masivamente
—obvio, para vender— y hay mucho merchandising alrededor de la fiesta. Se
explota a propósito de la moda indie,
hipster, que ahora recupera —descafeinándola,
quitándole lo indio, lo jodido, lo pobre, despojándolo
de lo que tiene de populacho— la fiesta olvidada, la fiesta perdida del México
profundo, para volverla in, que sea cool. Para hacer una comparación muy puntual menciono lo que está pasando con el pulque y hace unos veinte años el
tequila, bebidas para jodidos por
definición. Yo también reivindiqué el
pulque así como reivindiqué la fiesta
mexicana de los muertos, pero nótese la
intención: la banda reivindica. Y el capital para seguir reproduciéndose: recupera. El capital lo desempolva, lo depauperiza, lo empaqueta y lo vuelve light. ¿Exagero? No lo creo…
Tengo en la mano una deliciosa cerveza, fría y
espumosa. A los punks nos gusta la
cerveza más que cualquier otra droga. Pero
me doy de tumbos cuando veo la corcholata y el envase con toda la parafernalia folk del día de muertos. La corcholata tiene calaveritas (en México, género literario que habla sobre
la muerte, desde octavas, sonetos y pequeñas rimas o coplas) impresas con toda la jocosidad de los mexicanos. La publicidad dice: son 50. Agrego: colecciónalas.
Apenas llevo tres y ya me salió una repetida. Como se está volviendo una costumbre con las cerveceras (recuérdese que la cerveza Indio, está presente en el festival Vive Latino, el reciente masivo de metal Hell and Heaven fue auspiciado por Corona, el concierto de bandas indies y alternativos Corona Capital o un concierto que organiza Carta Blanca llamado Rock & Picnic) ya tienen su propio festival para los jóvenes cheleros indies. Ahora resulta que el Grupo Modelo y la cerveza Victoria organizan un evento con catrinas y catrines bailando al ritmo del “frenético” ritmo de Molotov y ¿Cómo se llama el bodrio?...errr ….¡Ah! Calibre 50. Imponiendo un nuevo record de la “ofrenda más grande del mundo”, además de una función de lucha libre (tal vez vaya, ya que estará Estrellita). El festival lo bautizan como “La fiesta Cala de Veras. Asistimos a la muerte del día de muertos. Veamos que pasa.
Apenas llevo tres y ya me salió una repetida. Como se está volviendo una costumbre con las cerveceras (recuérdese que la cerveza Indio, está presente en el festival Vive Latino, el reciente masivo de metal Hell and Heaven fue auspiciado por Corona, el concierto de bandas indies y alternativos Corona Capital o un concierto que organiza Carta Blanca llamado Rock & Picnic) ya tienen su propio festival para los jóvenes cheleros indies. Ahora resulta que el Grupo Modelo y la cerveza Victoria organizan un evento con catrinas y catrines bailando al ritmo del “frenético” ritmo de Molotov y ¿Cómo se llama el bodrio?...errr ….¡Ah! Calibre 50. Imponiendo un nuevo record de la “ofrenda más grande del mundo”, además de una función de lucha libre (tal vez vaya, ya que estará Estrellita). El festival lo bautizan como “La fiesta Cala de Veras. Asistimos a la muerte del día de muertos. Veamos que pasa.
Viejos punks, punks viejos
Ahora pasando a la parte musical de ésta entrada. Seguimos con el día de muertos. Como vimos líneas más arriba, el día de muertos se celebra, ya que es una víspera del fin del año, de cerrar ciclos, etcétera. Obviamente lo asociamos con la vejez, la decrepitud, con lo frío. Y estoy de acuerdo que tenemos que reflexionar sobre el ciclo de la vida: uno se vuelve rebelde y punk desde adolescente, cuando la pasión se desborda pero cuando ya tienes por lo menos cuatro décadas, las patas de gallo comienzan a resaltar, comienzan los primeros achaques, la rebeldía sigue allí, aunque con la cabeza más fría pero el corazón muy caliente, henchido de amor y rabia. Si señor.
Y uno de los ejemplos de corazón caliente y cuero arrugado,
que he encontrado en el mundillo punk de la metrópolis, es un vejete anarquista
de, según él, unos setenta años, con toda la actitud por delante. Se hace llamar Prince Ringard, que es algo
así como: Príncipe friki, o Nerdo, o looser. Es francés, se junta con los de la CNT de Francia, va a los cafés y
librerías libertarias a tocar un extraño y bohemio punk rock con armónica y
guitarra eléctrica, muy político. También
va a tocar con los punks galos, como en el ya clásico festival Vive le punk con toda la banda podrida. Su
decrepitud y su rebeldía no nos hace pensar que queramos ser como aquel dulce
abuelito de cabecita blanca que pasa los días en la modorra total. No.
Me hace pensar:
Me hace pensar:
—Pinche viejo
cabrón, tan grandote y todavía en esos trotes. ¿Qué no le dará vergüenza andar vestido a la punk a su pinche edad?
A lo que él contesta:
—Me vale una chingada. Al menos tengo la certeza de que no moriré joven.
Así son los punks viejos, diciendo que les vale. ¡Mierda! Como el Penny Rimbaud. (véase http://yapusolapuerka.blogspot.mx/2014/10/los-hipsters-me-hablan-de-punk-y-me.html) Pero. Voy a ser como él.
Este es un video de sus rolas Tiempo de asesinos, y su versión de Les Anarchistes de Leo Ferré.
Saludos a Adán. Un
punk residente de Canada, y también es un viejo muy punk (en realidad es joven pero nosotros le decimos que ya está viejo). Un viejo, agrio, y cascarrabias con corazón
valiente… digo… caliente. Es mi amigo y
he aprendido mucho de él.
En México los pinches viejos rebeldes también hacen de las
suyas.
Un ejémplo notable, que no
debemos dejar atrás, es el Padre Padrino
del punk conocido también como el Amaya LTD y su grupo Síndrome. Este individuo ya tiene sus sesenta
años. Ya está arrugado, y ya está
orejón. Su quijada le confiere el
aspecto clásico de abuelo. A veces lo
he visto recientemente con cresta. Definitivamente un Abuelo punk. Siiiií. Pues es de los iniciadores
del movimiento punk en México, pero bueno, eso ya lo sabemos todos. Lo que me interesa recalcar, es que ya está
viejo y sigue de punk… de punk suicida.
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Viejo punk |
Hay dos ejemplos mas. Estos personajes no son
precisamente punks, pero debería haberlo sido, ya que su actitud transmite
encabronamiento: León Chavez Texeiro y
José de Molina. De no ser por que su
pedo fue en la época del canto nuevo
heredada de la nueva trova cubana,
referencia directa para su generación de los 70’s, tanto musical, como
políticamente —en esas épocas el Che
hacía de las suyas, la Revolución Cubana era
una realidad— estos habrían sido punks. Lo sé. Se le conoció también, como canción de
protesta. A José de Molina lo conocí
un día cuando mi madre y mi abuela me llevaron al Centro de la Ciudad de
México, para comprar tela, en las tiendas de ahí. Entonces pasamos por el zócalo y allí
estaba el cabrón con su pinche guitarra acústica, y un amplificador
chiquitito. A mis progenitoras les
llamó mucho la atención, ya que cantaba
puras verdades y decía groserías
contra el gobierno —según refiere mi
madre— y obviamente me marcó para toda
la vida. En especial la rola de Soldadito de plomo. A Texeiro, lo conocí en una compilación punk
que sacaron el colectivo de mujeres libertarias, que se reunían en los inicios
del Espacio Anarcopunk del Chopo. Su rola Se va la vida me parece
chingonsísima.
¿Por qué revelo a estos individuos y los comparo con los
punks? Pues porque la actitud de
estos cabrones es totalmente punk y punk autogestivo, punk conciente. Tocaban en la calle, sus conciertos eran
para difundir la idea revolucionaria, los veías en las putas marchas,
sobrevivientes de la represión del 68 y del 71, nunca se vendieron, ni
claudicaron, como la mayoría de los líderes de eses movimiento. De Molina y Texeiro son de la banda, de la
prole, de la pelusa, de los feos. Caso
contrario a varios líderes del 68, en su mayoría criollos. También son radicales, en sus rolas hablan
—exactamente como las rolas de los punks—
de obreros, patrones, huelgas, maltrato a la mujer, todo lo que nos
atañe hoy en día a los punks libertarios.
Caso contrario a algunos punks de hoy en día que dejan eso de lado, para mejor ponerse a propagar el mensaje de que ser punk es tener el mejor visú… pero eso es otra historia.
Caso contrario a algunos punks de hoy en día que dejan eso de lado, para mejor ponerse a propagar el mensaje de que ser punk es tener el mejor visú… pero eso es otra historia.
En la concepción de los antiguos mexicanos, la muerte
representa fin de ciclo, para dar nueva vida a otro nuevo. Renovación. Muerte-Renacimiento. Como nosotros: Destruir-Construir. También representaron a la muerte, con la
idea de lo vetusto, que se necesita cambiar. Lo viejo. Así que estos viejos
de los que hablo, que ya van de salida en este puto mundo, contribuyen para las
nuevas generaciones de rebeldes, nosotros tomamos la estafeta.
Soldaditos de plomo de José de Molina, la escuché cuando niño de 10 u once años. Ahora ya murió.
Acá la rola de Cipriano Hernández Martinez, rolón de Texeiro. Ahora disfrutando las mieles del éxito. Ja. Ja. Ja.
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